¡Viva el evangelio!
De acuerdo con este versículo, nos dirigimos a un tiempo en el que viviremos en la unción ¡a su máxima expresión! Yo quiero verlo, ¿y usted? Deseo ver a todo el Cuerpo de Cristo fluyendo en una unción tan poderosa que toda la Tierra sea llena con la gloria de Dios. Yo lo creo con todo mi corazón, y somos la generación que lo presenciará. Pero antes de que suceda, debemos quitar lo malo que obstruye la unción. Es necesario que nos apartemos de las tradiciones religiosas que provocan que nos molestemos ante la idea de que ordinarios creyentes, como nosotros o el pastor de nuestra iglesia, puedan obrar bajo la unción del Todopoderoso. En una ocasión le pregunté al Señor cuál era el problema más grande en el Cuerpo de Cristo. Y Él me respondió: Su obstinada determinación de corregirse el uno al otro. Es momento de cambiar. Es importante que detengamos la contienda, la crítica y que ya no nos ofendamos los unos a los otros -y debemos hacerlo ahora, pues el fin del tiempo se acerca-. La unción debe fluir en una medida que nunca antes hemos visto o incluso ni siquiera soñado que fuera posible. Necesitamos ese fluir en nuestras familias, en nuestros empleos, en nuestros ministerios y en nuestros matrimonios; pues la unción cambiará las circunstancias. Entonces levantémonos en unidad y mostrémosle al mundo que la unción que una vez fue real en la vida y en el ministerio de Jesús, hoy es real en la vida de Sus siervos en toda la Tierra. Atrevámonos a creer en la Palabra de Dios y a confesar: Porque le pertenezco a Jesús, ¡el Espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido! Prediquemos y vivamos el evangelio de Cristo. Jeremías 9-10; Salmo 66 Dios me ha dado gracia conforme a la medida del don de Cristo, el Ungido y Su unción (Efesios 4:7).
Lecture conseillée: Efesios 4:7,11-13