Uno de los aspectos de la vida que los creyentes hemos descuidado es el de las relaciones entre nosotros. La verdad es que no hemos hecho caso a la Palabra de Dios en este aspecto. Hay tantas críticas y discordias entre nosotros que hemos llegado a ser un obstáculo a los recursos y las herramientas que Dios nos ha dado para que tengamos éxito en este mundo.

Las disputas repercuten en el reino espiritual; le abren la puerta al diablo; estorban nuestras oraciones, y hasta impiden que los ángeles nos ministren.

En 1 Pedro 3:7, el apóstol instruye a los maridos a que sean comprensivos con sus esposas: « …, maridos…, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo ».

Esposos y esposas, padres e hijos, compañeros de trabajo, miembros de las iglesias: es hora de que todos despertemos y veamos el peligro que representan las críticas y las discordias y empecemos a andar en amor y a reflejar la luz de la Palabra de Dios en nuestras relaciones.

Es hora de reconocer y entender que somos parte los unos de los otros, que somos un solo cuerpo y un solo Espíritu y que debemos procurar « mantener la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz » (Efesios 4:3-4).

Deje que el poder de Dios fluya en todas sus relaciones. Aprenda a andar en luz.