¡Encienda la luz!
Sólo porque no pueda ver algo, no significa que no esté allí. Por ejemplo, una noche sin luna puede observar por su ventana, y todo estará tan oscuro que ni siquiera podrá ver su patio. Sin embargo, eso no quiere decir que éste haya desaparecido, simplemente no puede verlo. Sólo necesita encender la luz. En ocasiones nos preocupamos de no poder « ver » el cumplimiento de las promesas del Señor en nuestra vida. No obstante, eso no significa que Su Palabra no sea efectiva. No podemos ver porque no hemos invertido el tiempo suficiente en ella para que la luz se encienda en nuestro corazón. Pero si comenzamos a meditar en estas promesas, la Biblia afirma que usted mirará. En otras palabras, ¡verá lo que antes no miraba! Déjeme mostrarle a qué me refiero. Quizá Dios le ha ordenado que sea una persona totalmente libre de deudas. Sin embargo, todavía no tiene el suficiente dinero para comprar todo lo que necesita. En lugar de meditar en el problema y pensar: « Me da miedo no prestar dinero, pues temo no comprarme nada »; realice un cambio y comience a meditar en lo que Dios establece. Sólo piense: « Jesús dijo: Dad y se os dará. Me pregunto qué sucedería si aplico ese principio ». Si el temor intenta aparecer (y estoy seguro de que así será), rechácelo. Pues no debe sentir miedo. Cuando surjan palabras como: « Sí, pero… y que tal si… », vuelva de nuevo a lo que afirma la Palabra. Comience a ver como cambia su vida si se convierte en un dador. Permita que el Espíritu Santo utilice la Palabra para mostrarle esa promesa cumpliéndose en su vida. Quizá lleve tiempo, pero si lo hace lo suficiente, comprenderá que dar es lo más inteligente que usted puede hacer. La valentía aplastará su temor y confesará: ¡Dios prometió que jamás me dejaría ni me abandonaría y que supliría todas mis necesidades! Él estableció que si doy, también recibiría. Así que alabo a Dios, y actúo en esas promesas. ¡Cruzaré a la Tierra Prometida y seré libre de deudas! Entonces ¿qué sucedió? ¿Qué cambió? Usted, porque encendió la luz. Jeremías 26-27; Salmo 75 Medito en la Palabra de Dios y considero todos Sus caminos (Salmos 119:15).
Lecture conseillée: Salmos 119:1-24