El hábito de la santidad
Hay cierta dimensión de la vida que usted podrá conocer solo cuando tome la decisión de agradar al Padre en todos los aspectos de su vida. En esa dimensión Cristo se le manifestará de una manera más real.
A comienzos del siglo XX, Dios derramó su Espíritu y comenzó un avivamiento en Azusa. Fue un tiempo maravilloso en el que muchas vidas fueron transformadas y las cosas del mundo dejaron de ser importantes. Cosas sobrenaturales sucedieron. Dios se manifestó en presencia de todos.
Los que vivieron ese avivamiento, empezaron a ser conocidos en el mundo como « los de la santidad ». Se les llamó así porque era obvio que eran diferentes a los demás. Cualquier cosa que ellos creían que no agradaba a Dios, la dejaban. Tan metidos estaban en las cosas espirituales que no tenían interés en las cosas naturales.
Pocos creyentes hoy día saben lo que significa la santidad, y aún son menos los que entienden el derramamiento de Dios que cae sobre los que se atreven a seguir la santidad.
La santidad significa separarse para Dios. Es lo que usted hace con su vida cada día; es ordenar su conducta de acuerdo a la Palabra de Dios y al consejo del Espíritu. La santidad es el hábito de tener un mismo parecer con Dios y de apartarse de los caminos del mundo y seguir los caminos del Señor. La santidad no es resultado de la casualidad, sino de tomar una decisión.
Tome la decisión de guardar los mandamientos de Dios y de amarle con todo su corazón. Él le mostrará su amor y se manifestará a usted en una manera más poderosa. Él se derramará sobre usted como lo hizo sobre los creyentes de Azusa, entonces el avivamiento verdaderamente empezará en usted.
Lecture conseillée: 1 Tesalonicenses 4:1-8