Todo lo relacionado al ser humano, y a este mundo natural, se encuentra sujeto a cambios; pero la Palabra de Dios no. Ésta es verdadera, aun cuando todo lo demás le diga lo contrario. Sin embargo, observe que en Romanos 3:3-4, se indica que usted debe permitir que Dios sea hallado veraz en su vida. Para que eso ocurra, es necesario que establezca para siempre en su mente y en su corazón que Dios no falla, que no existe sombra de variación en Él, ni debilidad o deficiencia en Su Palabra. Ninguna de las promesas de Dios es mentira; por tanto, cuando ejerza su fe en la Palabra, el Señor siempre las cumplirá. Él nunca fallará. La Biblia enseña que el Señor está activo y alerta, velando que Su Palabra se cumpla (Jeremías 1:12, AMP). No obstante, comprenda que no es suficiente sólo con saber qué declara la Palabra, sino que debe ser real en usted -más real que el problema que enfrenta-. Por ejemplo, quizá usted o sus hijos han experimentado, por un largo tiempo, síntomas recurrentes de cierta enfermedad. Si es así, debe sentarse y preguntarse a sí mismo: « En 1 de Pedro 1:24 leí que por Su herida fui curado, pero ¿realmente lo creo en mi corazón? ». Sin importar cuál haya sido su respuesta, su honestidad marca la diferencia en su situación. Decida creer que Dios no es mentiroso y que Su Palabra es verdad… a pesar de lo que las circunstancias le digan. No intente ejercer su fe en la Palabra basándose en su conocimiento intelectual. ¡Pues eso no es suficiente! Por esa razón, debemos enfocarnos de continuo en la Palabra, ya que ésta produce fe en nuestros corazones. De hecho, no puede enraizar su fe en Dios sin profundizar su confianza en las Escrituras. Permita que Él sea hallado veraz… si cree en Su Palabra, ésta se cumplirá. Zacarías 8-9; Salmo 145 Dios es veraz. Por tanto elijo creer en Su Palabra, y no en mis circunstancias (Romanos 3:4).