De hijos a siervos
Vivimos en los días más emocionantes que el mundo jamás haya visto. Dios está derramando su Espíritu para llevar a cabo el avivamiento del tiempo final que traerá una culminación gloriosa a esta era.
Algunos hijos de Dios son sólo espectadores que se limitan a mirar lo que Él hace. Pero otros forman parte vital de todo lo que está sucediendo; se han ofrecido como voluntarios para el servicio en este gran ejército del tiempo final. Han llegado a ser lo que la Biblia llama los siervos y las siervas de Dios.
¿Quiénes son esos siervos y esas siervas? Son los que se han entregado completamente a su Señor. Son los que no se han contentado solo con ser hijos de Dios nacidos de nuevo, sino que han ido más allá y se han hecho siervos y siervas por amor al Padre. Son los que han dicho: « Queremos tener parte en lo que Dios está haciendo. Queremos ser sus esclavos, dispuestos a cumplir sus órdenes las 24 horas del día ».
Aquellos que toman esa decisión experimentan el gran derramamiento del Espíritu de Dios del que habló el apóstol Pedro en Hechos 2. Son aquellos cuyas palabras de profecía y oración inspiradas por el Espíritu liberan el poder de Dios sobre la tierra. Son aquellos cuyas palabras abren el camino para las señales y maravillas.
¿Quiere usted estar entre ellos? Pues, puede hacerlo. Dios quiere que usted esté. ¡De hecho, Él necesita que esté! Él necesita personas que estén dispuestas a dejar todo lo que las tenga atadas a este mundo. Él necesita siervos a quienes pueda llamar a la media noche para que intercedan, a pesar de que estén muy cansados. Esa es la calidad y la profundidad de dedicación que requieren los siervos y las siervas. Es un llamado que exige mucho pero sus recompensas son muy ricas.
Los que estén dispuestos a desempeñar ese papel serán los portavoces de Dios en la tierra en estos días finales. Serán canales de su Espíritu y de su gran poder. Serán figuras clave en la producción más grande que el Espíritu Santo está preparando. Decídase ahora a ser uno de ellos; dé el paso de fe al servicio.
Lecture conseillée: Hechos 2:1-21