¡Usted es la victoria del Dios todopoderoso! ¡Es más que vencedor en Cristo Jesús! ¡Para el Padre usted es todo lo que Jesús representa! En Juan 17:23, leemos que Dios lo ama tanto como a Jesús. Tal vez piense: « Pero hermano Copeland, ¿cómo podría Él amarme? ». ¡No lo sé! Pregúntele a Él. Yo sólo sé lo que Él afirma, y lo creo. ¡Por fe esa victoria es mía! Su triunfo es mío, porque Él lo declaró. Si no lo creo, entonces Él perdió Su tiempo. Si no lo creo, entonces Jesús fue al infierno a obtener una victoria que ya tenía; Él no la necesitaba, pero yo sí. Así que la obtuvo para entregármela. Desde el momento en que lo creo, ésta es mía; pero no obtendré nada si no confío. Una vez que se atreva a aceptar esa realidad, su vida cambiará para siempre. No hallará más satisfacción quejándose y deseando que las cosas sean diferentes. Sino que anhelará acercarse a la posición de autoridad que Jesús le ha brindado; a fin de tomar su posición correcta junto a Él, y aprender la forma en que Él actúa. Si recibimos ese mensaje, si nos atrevemos a creerlo y a ponerlo en práctica, ¡el mundo a nuestro alrededor jamás volverá a ser el mismo! Ezequiel 10-11; Salmo 97 Le agradezco a Dios, quien me da la victoria por medio de mi señor Jesucristo (1 Corintios 15:57).