Dios es un Dios bueno. En la mayoría de grupos sociales, esta frase continúa acaparando las noticias. ¿Recuerda qué le dijo Jesús al endemoniado gadareno? Luego de que Él echó fuera a los demonios, en Marcos 5:19, leemos que Jesús le indicó que le contara a sus amigos las grandes maravillas que el Señor había hecho por él. Jesús se interesaba por la reputación de Dios. Él deseaba cambiarla. Adondequiera que Él se dirigía, les enseñaba a las personas que Dios no era lo que ellos creían, sino les aseguraba que era un Dios bueno. Y ése es el mismo mandamiento que Él nos encomendó cuando dejó la Tierra (Marcos 16:15). En Marcos 5:25-34 se nos relata la historia de una mujer con flujo de sangre que alineó su reputación a la de Jesús. Iba en contra de la ley de los judíos que una mujer en esa condición fuera vista en público. Sin embargo, ella corrió el riesgo de ser humillada públicamente, e incluso arrestada; ella luchó para abrirse paso entre la multitud, a fin de tocar el borde del manto de Jesús. ¿Por qué? Porque ella estaba más interesada en la reputación de Jesús que en la de ella misma. Sabía que no podía obtener su sanidad al quedarse en casa obedeciendo lo que la comunidad religiosa de su época dictaminaba. Para recibir su sanidad debía aferrarse a la reputación de Jesús -y renunciar a la de ella-. Desesperadamente anhelaba su sanidad y creía tanto en la bondad de Jesús que ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo. Así debe actuar usted si desea que Dios obre milagros en su vida. Es necesario que confíe tanto en Su bondad que usted esté dispuesto a alinear todo. Escoja poner la reputación de Dios sobre la suya todo el tiempo. Si está siendo dominado por las mentiras que Satanás ha utilizado para manchar la reputación de Dios; permita que el mensaje del Señor, el cual proviene del cielo, lo liberte. Éste fue escrito hace 2,000 años en el monte Calvario, el cual afirma: « Dios es bueno », y fue firmado con la sangre de Jesús. 1 Samuel 10-11; 1 Corintios 3 El Señor hace grandes cosa por mí. Él tiene compasión y misericordia de mí (Marcos 5:19).