juin 08

Adictos a la Palabra

Kenneth Copeland
Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas... se han dedicado al servicio de los santos.

Quiero pedirle que a partir de hoy empiece a cultivar una adicción, una adicción a la Palabra de Dios. Quizá esto le parezca extraño, especialmente si no tiene mucho interés en la Palabra ahora. Pero, créame, es posible. Yo lo he hecho y he visto a otros hacerlo muchas veces.

Lo único que tiene que hacer es decidir que lo va a hacer. Enfoque su tiempo y atención en la Palabra. Cuanto más se dedique a ella, más aumentará su deseo por la Palabra. Con el tiempo, su mente estará absorta en ella.

¿Sorprendido? No debería estarlo. Eso pasa con cualquier cosa a la que usted se dedique totalmente. Por ejemplo, eso le pasa a los que se entregan a la pornografía. Conforme dedican más tiempo a esa actividad, el espíritu que opera por medio de ella empieza a tomar control de su consciente, y con el tiempo pasan de la actividad mental al hecho físico. Luego llegan al punto en que quieren más y más, y nunca podrán estar satisfechos, nada los saciará.

Ese mismo principio puede aplicarse de una forma positiva cuando usted se dedica a la Palabra de Dios. Puede hacerlo hasta el punto de estar totalmente absorto en ella en mente y cuerpo, y cuanto más saca de ella, más quiere seguir sacando. El espíritu que opera por medio de la Palabra, el Espíritu Santo, le guiará y le llevará más cerca de Jesús de lo que usted pueda imaginarse.

Nunca he conocido a nadie que haya andado poderosamente en la fe sin haber cultivado primero la adicción de entregarse por completo a la Palabra por un tiempo largo. No estoy hablando de unos cuantos minutos aquí y allá, sino de un tiempo considerable.

Así que, propóngase llegar a ser un adicto a la Palabra. Una vez que llegue a serlo, nunca más querrá vivir sin ella.

Lecture conseillée: Hebreos 4:1-12

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